Plateado...
Nunca te había visto tan hermosa como te ves ahora.
Tus ojos negros, completamente abiertos,
me miran directamente,
como si me pidieras perdón por algo que nunca hiciste;
tus pestañas delinean esos ojos coquetamente,
siento que sólo están ahí para expresarme cuánto me amas;
tu boca entreabierta, un poco seca, pero siempre tan expresiva,
me invita a besarla lentamente.
Nunca te había visto tan hermosa como te ves ahora,
me haces temblar de pura admiración.
Tus delicadas manos se encuentran a la expectativa,
inmóviles, pero llamándome a tomarlas fuertemente;
Tan hermosa, tan callada, tan dulce, tan inocente,
tan frágil y tan delicada,
nunca te había visto más hermosa que ahora.
Me acerco lentamente a tu cara, con un poco de temor que quieras alejarme,
pero no lo haces;
claro que no, no podrías en este estado...
Te beso, dulcemente, y aún puedo saborear la sangre que permanece en tu boca.
Me recuesto a tu lado y te abrazo,
y aunque tu cuerpo yace tieso y frío,
siento un hermoso calor recorrer el mío.
Nunca te había visto tan hermosa como te ves ahora.
Tan callada, tan preciosa, tan dulcemente inerte,
cierro mis ojos e imagino, estar contigo, ahora, para siempre.